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Cada año, en todo el África subsahariana, cientos de miles de niños y jóvenes son sometidos a ceremonias de iniciación.
Los detalles varían, pero generalmente los jóvenes pasarán semanas viviendo casi desnudos en refugios temporales con un mínimo de sueño, comida y agua.Después de la operación, el pene se une firmemente con hojas de sisel.
Las miles de muertes ocurren comúnmente por deshidratación, pérdida de sangre, insuficiencia cardíaca inducida por shock o septicemia. Y se estima que hay dos amputaciones totales de pene por cada muerte.
Innumerables números de participantes quedan con cicatrices o deformidades permanentes. Los urólogos describen ver pacientes cuyos penes se han vuelto tan infectados y gangrenosos que literalmente se caen.
Quizás lo más sorprendente de todo es que no tenemos idea de la verdadera escala del problema.
Sudáfrica tiene sistemas de gobernanza y salud pública relativamente bien desarrollados, pero muchas escuelas de iniciación no tienen licencia e son ilegales, por lo que puede ocultarse el número total de muertes y lesiones. En otros países, las tragedias simplemente no se cuentan.
Los organismos internacionales de salud, derechos humanos y desarrollo que podrían financiar y realizar investigaciones o apoyar los esfuerzos locales para contener el problema se distinguen solo por su silencio.
La última vez que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó algo significativo sobre este problema fue en 2009 , pero se preocupó principalmente por cómo se podrían emplear esas iniciaciones en el intento de circuncidar a los hombres africanos como estrategia de prevención del Sida.
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